Ágape: Banquete amoroso
Empiezo el año sumergida en la lectura de dos libros excepcionales: “Ama y no sufras” y “Deshojando Margaritas: acerca del amor convencional y otras malas costumbres”; ambos del psicólogo (y cocinero!) Italiano-Argentino Walter Riso.
Una de las joyas de conocimiento que Riso regala en su libro “Ama y no sufras” es su clasificación del amor:
Eros: el amor pasional regido por las hormonas. Intenso, desenfrenado y, justamente por eso, fugaz. Esa sensación agobiante de querer cortar en pedacitos al objeto de nuestro amor, ponerle salsa de soya, jengibre, cebollín y comérnoslo con las manos. Es un amor egoísta, pide ser saciado, pero nunca se sacia. Haremos bien si no tomamos decisiones trascendentales cuando somos presas de este amor. Haremos bien si lo disfrutamos a sabiendas de que pasará.
Phillia: El amor de la convivencia, sostenido por la afinidad, por el compañerismo, por la complicidad. Nos gustan los mismos libros, no necesitamos discutir qué película veremos porque sabemos que nos gustan las mismas, estamos de acuerdo en las cosas fundamentales de la vida como la pena de muerte, la identificación ideológica o si comer mantequilla o margarina. Es equitativo, es justo; se alimenta de reforzadores positivos en ambas direcciones “tú me das y yo te doy”. Es el amor perfecto para tomar decisiones a largo plazo.
Ágape: es el amor desinteresado. Y he aquí la razón de que escriba sobre este tema en mi blog gastronómico. Riso habla de ágape como el amor universal, el amor absoluto, que se expresa en la pareja en forma de ternura y disposición a renunciar voluntariamente a ciertos privilegios si con eso se consigue felicidad para el otro. No es sacrificio, doloroso y resentido. Es el bienestar que se obtiene al darle felicidad al otro, aunque esto implique renuncia.
Pero ágape también es sinónimo de banquete, de celebración gastronómica; veamos lo que dicen diferentes fuentes:
"(Del lat. agăpe, y este del gr. afecto, amor).
1. m. Comida fraternal de carácter religioso entre los primeros cristianos, destinada a estrechar los lazos que los unían.
2. m. banquete (‖ comida para celebrar algún acontecimiento)".
Diccionario de la Real Academia Española
"Comida de confraternización que los primeros cristianos celebraban durante sus asambleas para profundizar sus lazos de concordia:el ágape se celebraba al final del oficio divino. Banquete".
Word Reference
"Dentro de la masonería es la denominación del banquete que se celebra tras una tenida, asamblea de la logia, sin ritual alguno.
Esta palabra griega, cuyo significado es "amor", fue empleada por los primeros cristianos como referencia del banquete de celebración de la eucaristía".
Diccionario Ecovisiones
Es decir: ¡Un banquete! Una celebración que reúne a gente con algo en común (en el caso de sus orígenes, los primeros cristianos que se reunían a celebrar la eucaristía) para comer. Me llama mucho la atención que el amor desinteresado, la capacidad de renuncia por el bien ajeno, esté vinculado a la comida. Tal vez porque alimento y amor sean la misma cosa. No parece casualidad que un gesto de amor absoluto sea “quitarse el pan de la boca, para dárselo al otro”.
Pienso en las veces que los cocineros contactamos con nuestro amor agápico cocinando para nuestros afectos (que en el mejor de los casos alcanzan a algunos de nuestros comensales). Recuerdo las veces que mi abuela cocinó para mí y me dio su amor perfumado en cilantro, las veces que, en su enfermedad, le retorné a ella mi amor con una taza de caldo caliente; cada vez que mi mamá disfrazó de canelones de espinaca su incondicionalidad, cada bocado que comí de la mano de mis amores, cada vez que vi en la cara de golosa satisfacción de mis afectos la aceptación de mi amor traducido en alimento sabroso.
Ágape es consumirse en el amor sin esperar recompensa. Un amor universal, sin intelecto, sin inicio ni final. En la pareja (ojala, mis amigos, hayan sentido la delicia de este amor alguna vez) es la entrega sin restricciones, sin miedo, sin límite. Es amarse de tal manera que sus deseos son los míos y mi renuncia es poco para la felicidad que encuentro en la suya. No es sacrificado, no es doloroso, es festivo y delicioso, es tan profundo y sustancial que se basta a sí mismo para dar felicidad. Es un banquete de amor.
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