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La estupidez

Hay dos cosas infinitas: el universo y la estupidez humana.
Y del universo no estoy seguro.
Albert Einstein

Hoy empiezo con Einstein, pues él y Leonardo da Vinci son mi paradigma de inteligencia, ambos irreverentes, ambos rechazados en algún momento por el stablishment, ambos propusieron una ruptura del conocimiento. Empiezo con él también por contraste, porque lo que viene es una de las muestras de idiotez más descaradas que he visto.

En Coro, en el centro, en una avenida llena de gente, comercio informal, calor y brisa, me encuentro, nada más y nada menos que con ésto:






Si, es exactamente lo que están leyendo, la tienda se llama ANOREXIA y no contentos con eso, abajo escriben "tu obsesión".

Supongo que los dueños pensaron que era un magnífico truco publicitario falconiano asociar un desorden alimenticio del que padecen muchísimas mujeres con la pinta-fashion-mercado-el-cementerio que ellos venden, supongo que también se trata de delimitar bien el target (adolescentes y adultas que quieran pesar 37 kilos), lo más seguro es que la talla más grande que tengan sea las S; pero de que ésto es una muestra de estupidez, no cabe la menor duda. Probablemente, si se llega a poner de moda un look rojizo y acalorado, esta gente pudiera bautizar una tienda "Hipertensión arterial", o si los cráneos depilados hacen furor podrían nombrar su tienda "Cáncer de ovario". En fin, que no hay demasiada diferencia entre una cardiopatía, un enfisema pulmonar, un accidente cerebro vascular y la anorexia: todas suponen un peligro de muerte. El problema es (como en la antiguedad la hemofilia) que una enfermedad sea chic.

A veces, cuando veo estas cosas, entiendo desde el fondo de mi corazón a los hippies de los años sesenta cuando decían: Paren el mundo que me quiero bajar.