La Cocina Sagrada de Bolivia


Ricardo Argandona es un personaje interesantísimo, es Restaurador de Obras de Arte, divide su tiempo entre Bogotá, Nápoles y La Paz y además… Cocina. Trajo de su tierra boliviana un montón de joyas gastronómicas precolombinas, una historia conmovedora sobre sus ancestros y el corazón enamorado de sus raíces.

Empezamos el taller de Cocina Tradicional Boliviana en el Marco del Encuentro sobre el Patrimonio Inmaterial viendo los ingredientes, muchos desconocidos por mí, como por ejemplo la Kaya, una raíz larga y oscura con un sabor terroso que él sirvió con melado de papelón.

Nos alegró la vida con una Sopa Peske hecha con Quinua, ese cereal prodigioso que alimentó al imperio Inca y que ahora occidente re descubre con asombro, nos regaló unas papas deshidratadas y vueltas a hidratar, gratinadas queso y crema de leche, nos habló largo y sabroso sobre su país y la errada noción de que es helado y montañoso, resulta que solo el 10% de Bolivia es altiplano, en el resto hay selvas, valles y llanos, de su lago, o mas exactamente, mar interno, Titicaca, con su exhuberancia en peces y su halo sagrado. Dijo algo que me emocionó, hablando de las lenguas que se hablan en Bolivia nos dijo que “el Aymara es gutural, en cambio el Quechua es suave y cadencioso”… Imaginé la dicha de ser políglota en idiomas tan bellos para poder escribir cuentos con ellos.

Luego del taller tuve la suerte de sentarme a hablar con él y con mi recién estrenada amiga Moira sobre Venezuela y Bolivia, las coincidencias y diferencias como países latinoamericanos, los eventos recientes y el futuro que nos espera, creo que los tres llegamos a la misma conclusión, lo que hace falta en Latinoamérica es respeto hacia nosotros mismos, con eso sería suficiente.

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