
Janis y el ají
Fantásticas noticias para los amantes de los ardores ajiceros, pues resulta que, según un estudio de la Universidad de Nottingham,
comer a diario picante puede evitar el cáncer. Esas células cobardes y escurridizas son vulnerables a la
capsaicina, la cual, como un súper héroe picantísimo, ataca las mitocondrias de las células cancerosas eliminándolas. Eso explica la baja incidencia de esta taimada enfermedad en tierras mexicas.
Yo amo el picante y tengo una relación medio masoquista con él, aunque me pique y sea muy cobarde, yo como más y más, llegando a estados de llanto y embeleso casi místicos; soy coleccionista de picantes porque me resulta fascinante probar como existen tantas maneras de sentir ardor en la lengua.
Y así como amo al picante, amo a
Janis Joplin, pues me parecen exactamente lo mismo.
La voz de Janis arde, pica, duele. Con una extrañísima belleza redondeada y paliducha aderezada con su tendencia a los excesos y su tristeza perenne, era dueña de la escena y del corazón de miles de personas que veían en ella la expresión del cuestionamiento y la libertad atrapada en sus gargantas.
Como tanto el ají como Janis me hacen llorar, aquí esta: Cry Baby
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