¡¡¡FELIZ DÍA MÚSICOS!!!!

Tengo a tres grupos de personas por quienes siento predilección en el mundo: los cocineros, los escritores y los músicos. Yo tengo una fuerte vocación musical que cada vez que puedo la desato. Estoy segura de que, de haber seguido por donde iba en mi infancia, hubiera sido feliz siendo violonchelista. Por fortuna la vida me premió con un esposo músico (quien también se aplica en la cocina y en las letras), así que, de alguna manera, a través de él, yo disfruto de este arte. 

Aquí celebro este día con dos de los que, en mi opinión, pertenecen al grupo de los mejores músicos de la humanidad: Wolfgang Mozart y Juan Luis Guerra, quien se inspiró en la Lacrimosa (parte del requiem que nunca terminó) del austríaco para componer esta maravilla que ahora escuchan.

Alineación al centro
El Sublime Mondongo
(Mejor tarde que nunca)

Para Mercedes Oropeza, Francisco Abenante y su glamoroso mondongo

Cuando yo era una niña, mi papá, profesor de la U.C.V y vecino de Los Chaguaramos, me llevaba a la arepera El Tropezón, y mientras yo pedía una arepa con queso de mano y aguacate, él pedía un "nervioso". El asunto me paraba los pelos, me hacía sospechar, me daba como asquito. Él insalivaba mientras me explicaba que a ese plato le decían nervioso porque "temblaba"; mi angustia crecía y cuando llegaba el fulano nervioso, ya yo no tenía hambre de imaginarme que mi papá podría comerse algo que, además de cocido, estaba asustado.

Esas fueron mis primeras referencias del mondongo y nunca me tropecé con él, pues afortunadamente ninguna de mis abuelas creyó necesario someterse al arduo trabajo que significa hacerlo, ni mamá es amante de las sopas (he ahí la razón de que mi papá visitara El Tropezón cuando tenía esos antojos).

Un día, en el maravilloso mercadito peruano de Quebrada Honda, ví algo que me llamó la atención y lo pedí sin preguntar el nombre; resultó ser una delicia que yo no lograba identificar. Cuando pregunté agradecí no haberlo sabído de antemano pues se llamaba "mondonguito a la italiana"; si, en diminutivo y con apellido europeo. En su identidad italo-peruana, el mondongo es seco, salteado con vainitas, papas fritas y cebolla, absolutamente delicioso y sin una pizca de susto.

Pero... En el SIG 2008 mi opinión sobre el mondongo cambió para siempre. Mercedes Oropeza y Francisco Abenante me hicieron tragarme mis palabras de desprecio hacia el mondongo como aderezo de una maravilla que nos ofrecieron a los suertudos que presenciamos su bellísima demostración "La Sublime Ordinariez". Éste sublime mondongo no sólo tiene ingredientes como alcaparras y mostaza, sino que las bolitas de masa de maíz (que casi siempre nadan felices en este caldo) son del tamaño de una perla. "Es un mondongo femenino" dice Mercedes "Quise hacer un mondongo que las chicas comieran sin problemas".

En el SIG pasaron muchas cosas lindas, muchos amigos hicieron demostraciones maravillosas, los invitados internacionales fueron de lujo, los asistentes, entusiastas y cómplices, participaron de manera tan grata que parecían haber ensayado; pero lo que a mí me partió la vida en dos fué probar aquél caldo espeso y profundamente aromático que más que un mondongo parecía una invitación a ser feliz por el resto de la vida.