La escisión, la integración.

Sé que todos hemos pasado por esto.

Uno siente que está dividido, que es dos personas distintas. Un lado pide algo, el otro lo niega. Un corazón suplica, las manos lo ignoran. Un hemisferio cerebral corre con ímpetu hacia su meta, el otro sabotea arrojando piedras en el camino.

Es una situación humana, querer algo y tenerle miedo, llorar por algo y disfrutarlo al mismo tiempo.

Tarde o temprano, el alma grita por orden, por simplicidad, por unificación; y uno, luego de la batalla interna, vuelve a su estado natural: ser quien uno es y punto.

Hoy me encontré con este video que metaforiza hermosamente esta locura humana de ser y no ser.

Amigos, disfruten a Jerome Murat



P.D: Esa música celestial del principio del performance es una versión de “El Oboe de Gabriel”. La escribió Ennio Morricone para la película “La Misión”)

Al pan pan y al vino vino

Para Rey en su cumpleaños

Yo llamo a las cosas por su nombre. Al amor lo llamo amor y no uso eufemismos. Aunque, de vez en cuando, el amor se me revela como miel
fresca que besa a las crepes humeantes, como un soufflé que de tanto amar se esponja y coquetea.

Yo llamo a todas las cosas por su nombre. Pero a veces cuando te digo que te quiero, mi boca se transforma en un manantial de almíbar de azahar, otras veces en cristales de manzana y otras en pedacitos de melcocha de la infancia.

A mi me gusta llamar a cada cosa por su nombre, pero también me encanta bailar sobre las palabras que digo. Me gusta decir las palabras lentamente para que se vayan convirtiendo en seda que te abraza y te cobija, que te cubre y te protege.

Yo suelo darle a cada cosa su nombre, pero también sé que un pan es mucho más que una masa levada y horneada, sé que es el alimento de nuestro día a día; así como sé que tú eres el alimento de mis días, el perfume de mi alma.