Virulo Gastronómico


En mi adolescencia, Virulo era algo así como mi sex symbol. Lo adoré desde la primera vez que lo vi cantando El Niño Caníbal en la plaza del rectorado de la U.C.V. Afortunadamente dejó de verse así:


Para verse ahora así:


Curucuteando en youtube encontré estas dos joyas humorístico-gastronómicas producto del ingenio de mi amado Virulo.

EL MOLE


CHILE HABANERO


Carta de un cocinero preocupado



Tomás me llama y (además de restregarme en la cara que fué al Concierto por la Paz y decirme "cuando llegué a Barinas, me dí cuenta de que me había venido sin tí") me cuenta que acaba de publicar una carta de un cocinero preocupadísimo por el estado de desidia de las cocinas de los restaurantes donde ha trabajado. Este chico se formó en Caracas y fué a su tierra: Punto Fijo, como todo recién graduado lleno de información fresca, a confrontarse con la realidad... Y la realidad no le gustó. Tomás, que fué mi profesor y que tiene una vena docente más fuerte que él mismo, me pidió que publicara la carta aquí:


Buenos Días Chef, soy Compañero de Juan Gil, quería hacerle unas preguntas las cuales me tienen un poco bloqueado en lo que a la cocina se refiere.


Yo salí con Juan del ICC, yo he vivido gran parte de mi vida en punto fijo y apenas termine el curso me fui para allá, con grandes expectativas de trabajo ya que allá no van profesionales del oficio como tal, pero me lleve la terrible decepción profesional, hasta el sol de hoy he trabajado en 5 restaurantes que en punto fijo son los mejores, y digo 5 de un total como de 8, los demás solo vi las instalaciones y salí, a causa de la cultura que nos inculcaron en el ICC nuestras expectativas de trabajo son bastante grandes con respecto a la higiene y los procesos de restauración se refiere, es decir, al yo entrar a esos sitios donde se rompen todo tipo de reglas de higiene, manipulación e incluso engaño (ya que te ofrecen robalo o mero y venden un pescado de calidad súper inferior), todas estas fallas me hacen imposible el poder laborar en estos sitios, va en contra de mis principios, mi familia me critica mucho que yo no duro en esos trabajos y que debería hacer las cosas tal cual como las veo pues yo no puedo pretender cambiar el modo de trabajo esa gente, pero me parece una grosería y una falta incluso de personalidad el trabajar solo por ganar dinero y no por hacer buena cocina.


Yo he visto en estas cocinas desde cocinar carne que sale verde de la cava hasta ignorar todos los procesos y buenas practicas de conservación de alimentos y sobre todo la contaminación de estos, no he podido durar porq me siento que puedo llegar a hacerle daño a un cliente con esa comida y también daño la imagen de la institución en la que me forme.


Mis preguntas son: 1.- debo adecuarme a la calidad de servicio (pésimo) de los estados que no han desarrollado una gastronomía decente? 2.- si yo entro en calidad de cocinero principal. (No quiero ni me llamare chef con solo 2 años de profesión), no debe el restaurante amoldarse al cocinero? en cuanto a técnicas y procedimientos de cocina se refiere? o el cocinero debe cocinar bajo las mismas circunstancias en las que se ha llevado ese negocio? 3.- que haría usted en mi situación? aceptaría que no hay calidad de servicio y se iría a una capital? o lucharía contra la corriente como he tratado de hacerlo? (sin éxito, a la gente le gusta la cochinera donde trabaja) digo todo esto porque estoy tan acostumbrado a la vida de allá y tengo a mi hija y mi pareja allá que no quisiera tener que mudarme, he intentado montar un propio negocio así sea muy pequeño para levantarme pero obviamente la situación bancaria esta cada día mas difícil sobre todo para las personas que recién comienzan a trabajar. como dato adicional el pago de esos sitios no es malo, yo llegue a ganar mas de 1.8 millones aunque a veces estuve más de 13 horas de trabajo diarias, pero en la mayoría el trabajo es suave de 8 horas, aunque los movimientos de mesas son frecuentes, se pueden vender hasta 150 platos en el almuerzo dependiendo del restaurante. Disculpe lo largo del texto chef y gracias de antemano.

Eduardo Silva

¿Quién tiene el poder?

Siempre he pensado que los artistas son los verdaderos dueños del mundo. Creo que sólo ellos comprenden secretos que para el resto son desentrañables; y de las artes, la música, esa voluptuosidad de las ondas, es el arte que a mí me parece más irresistible.

Por otro lado, el poder me parece un enigma. No el poder personal, ese al cual recurrimos cada vez que somos asertivos o cuando logramos una meta o nos resistimos a actuar en contra de nuestras convicciones; más bien el poder sobre los demás, la capacidad de influir, de movilizar, de sanar o herir a los demás, me resulta un tema fascinante. Ver como algunas personas tienen la capacidad de convocar a las masas como Los Beatles, de intervenir en el pensamiento humano como Descartes, de conmover a millones con sus creaciones como Leonardo da Vinci me hace pensar en el poder como un racimo de hilos invisibles que mueven a las muchedumbres.

Y dentro del poder, me sorprende aquél que se alimenta del miedo. Un hombre pude movilizar diez batallones militares a una frontera para “defenderla” y quienes los obedecen lo hacen porque cobran un sueldo y porque han sido amaestrados para decir “si, señor” sin detenerse a pensar si la guerra de verdad tiene algún significado o es algo anacrónico y hasta un poco cursi.

El domingo, siete cantantes mostraron la naturaleza del verdadero poder. El domingo siete hombres que dedican su vida a la música mostraron que sin órdenes se pueden movilizar decenas de miles de personas a las fronteras para protegerlas con sus cantos, su entusiasmo y esa vocación rumbera que nos une a colombianos y venezolanos. Debo admitir mi predilección por tres de aquellos hombres: Miguel Bosé, su atractivo sobrepeso producto de la madurez, su disposición a divertirse, su voz de terciopelo; Carlos Vives, la irresistible belleza de su masculinidad, su alegría y su musicalidad y Juan Luis Guerra, la timidez que acompaña el prodigio de su poesía, su incomparable genio creativo y la dulzura de su voz.

¿Cuál es el verdadero poder? ¿El que se ejerce por el miedo o el que se ejerce por el amor, la simpatía, el arte? Cada vez estoy más convencida: el mundo es de los artistas.

Ojalá que Llueva Café