"Oriundo a la Cortesana"


Me encanta llamar al pan pan y al vino vino, pero también me gusta la poesía, las palabras domingueras, las metáforas. ¿Cómo combinar ambos gustos? En cocina se puede llegar a extremos... Esto es comiquísimo y arrancado de la vida misma:








Mayasi



Conocí a Mayasi el primer día de clases de mi cuarto año de bachillerato. Ella venía de otro liceo, me cayó bien al instante. Se sentó detrás de mi y le pregunté si era nueva, me respondió con un “Si” adolescente: dudoso, etéreo, y tremendamente franco.

Desde entonces, tengo en Mayasi a mi alter ego. Mi amiga del alma, mi hermana cósmica, mi curruña, mi alta pana, mi confidente-terapeuta-compinche-cómplice.

Nuestra relación se basa en la verdad. Nada hay que no le pueda contar, nada hay que yo no pueda oír. Superamos las angustias de la adolescencia buceándonos a los chicos más lindos del liceo, yendo a fiestas pro-graduación donde tomábamos “Ruso Negro” y bailábamos “Juana la Cubana” con fervor religioso y, por supuesto, comiendo.

Yo experimentaba con el vegetarianismo, ella, una insigne omnívora, comía mis berenjenas y mis espinacas sin chistar. Hacíamos tours de degustación de helados por la Sabana Grande amable de finales de los 80´s (“Chama, nos encontramos en Chips a Cookie”) y visitábamos casi clandestinamente un “comedero” de unos italianos generosos que estaban en Valle Abajo. Servían unas raciones de pasta magníficas con crema blanca, pesto y napolitana que devorábamos felices. Un día llegamos a la perversa desproporción de pedir un segundo plato de aquella pasta deliciosa para cada una (para felicidad y complicidad del dueño del restaurante que nos sirvió guiñándonos el ojo).

Soñábamos, ella con ser médico, yo con ser psicólogo. Si en aquél tiempo alguien nos hubiera dicho que ella iba a ser trabajadora social y yo cocinera, nos hubiéramos desmayado de las risas.

Nos escapábamos para ir a la playa, ella se ponía una mezcla esquizofrénica de agua oxigenada y otras cosas en el cabello, yo usaba bloqueador solar para que no me descubrieran. Estudiábamos porque no nos quedaba más remedio, lo que realmente queríamos era bailar, enamorarnos de un chico alto, bello e inteligente, leer, ir al cine y comer.

Nos distancian la mayonesa y el chocolate: ella los ama, yo mantengo frías relaciones diplomáticas con ambos. Hace el mejor cazón que me he comido en mi vida y le encanta la torta tres leches.

Fue mi soporte cuando sufrí mi primera herida de amor, fue testigo de mi enamoramiento definitivo, ha sido sanadora en mis crisis personales, siempre honesta, siempre pragmática, siempre dulce, siempre riéndose, siempre conmigo. Tenerla en el corazón es un privilegio.

Hoy Mayasi es gerente de la Casa Ronald Mc Donald, y para celebrar su segundo aniversario, cociné para ella, para la gente linda que enfrenta en esa casa las vicisitudes de un hijo enfermo y para todos los involucrados en ese proyecto hermoso.




Menú:

Crema de auyama ahumada con tropezones de queso telita y aceite de cilantro

Pollo Pebre con Polenta de ají dulce

Piña en dos texturas con caramelo de coco y sabayón de vainilla.








Mariposas de maíz
Ni cotufas, ni pochoclo, ni pop corn, ni palomitas de maíz... Mariposas!