Cierra El Bulli

"En las cosas más profundas y más importantes, estamos indeciblemente solos"
Rainer María Rilke

Cierra El Bulli. Las puertas del templo de la cocina vanguardista cierra sus puertas a partir del 2012. Ferrán Adriá argumenta necesidad de un tiempo de reflexión, de descanso y, claro, de experimentación luego de 25 años de trabajo ininterrumpido. Aunque pidió que no especularan (lo cual es muy difícil) unos dicen que los ¿problemas? económicos, la mala administración, es la responsable del cierre. Ferrán Adriá se expone, con esta decisión, a que se diga cualquier cosa. Me impresiona la honradez, me impresiona que pude haber tomado otras decisiones, pero tomó ésta, me deja sin habla que lo haga público de forma tan escueta. Lo respeto ahora mucho más.

Los académicos conocen muy bien lo que significa el desgaste, por eso siguieron el ejemplo de los hebreos que cada 6 años dejaban descansar la tierra que sembraban durante un año para que ésta se renovara. El "año sabático", temporada indispensable para reflexionar, para descansar y renovarse, para investigar a sus anchas, es un tiempo vital en la vida de un académico, de un artista, de un científico. En los procesos creativos siempre es necesario un período neutro, de aparente "inmovilidad"; creo que todos deberíamos tener un "año sabático" o su equivalente, que nos permitiera mirar hacia atrás y evaluar, mirar hacia delante y planificar, mirarnos en el aquí y el ahora para descubrir quienes somos, lo cual, por la velocidad, el trabajo agotador, las presiones y las responsabilidades, casi nunca está muy claro.

Tal vez sea mi amor a la soledad bien administrada, pero creo que Adriá lo que necesita es un tiempo solo, un tiempo de ocio (que no creo que sea el padre de los vicios, sino al contrario, la tierra fértil de las buenas ideas), un tiempo lejos del centro de las miradas de toda la movida gastronómica mundial. No puedo imaginar la presión que se debe sentir con un ramillete de estrellas michelin en las manos, un restaurant con reservaciones a dos años y la expectativa, tanto de fans como de detractores, de la próxima ocurrencia.

Celebro su decisión, aunque sienta un poco de orfandad (Y ahora, ¿qué haremos sin El Bulli durante dos años?). Siento lo mismo que cuando García Márquez dice que no escribirá más: por un lado despecho, pero por el otro agradecimiento, porque la honestidad es el regalo más preciado que un tipo creativo puede darle a alguien que lo quiere.

Para celebrar la soledad, el genio de Diana Navarro.