Volver… Poesía visual de la feminidad
Mientras Penélope Cruz, cuya belleza se ve intensificada con años y kilos, corta pimentones, sirve comida para una compañía de cinematografía y se embriaga con el aroma de la hierbabuena, guarda un secreto. Uno que se repite, que persigue a las mujeres de su familia, que las condena y las exorciza. Las historias son circulares, los afectos van y vienen, los dolores cicatrizan y se abren con el tiempo para volver a cicatrizar, los muertos reviven y sanan, los vivos están muertos, nada se cuestiona. En La Mancha (como en México, Colombia o Bolivia) la muerte es la vida y viceversa.
Pedro Almodóvar, ese genio del tabú que conoce el universo femenino mejor que nosotras mismas, muestra con ternura y sin concesiones como viven, entre otras cosas, el cáncer, la pérdida, el incesto, la traición, el asesinato, la dignidad, la mentira, la locura y las apariciones fantasmales, unas mujeres que están unidas por un lazo invisible de amor y solidaridad.
Es obvio el entrenamiento de Cruz en los fogones, tuvo que tenerlo para “Woman on top” de la venezolana Fina Torres. Toma el cuchillo como una experta. Hay bastante contenido gastronómico en la película, una cocinera que improvisa una cena para un gentío con lo poco que tiene, mojitos hechos por una prostituta dominicana entrada en carnes, rosquillas y mantecadas manchegas, “tupers” llenos de comida hecha con el amor del más allá y un congelador con un contenido macabro.
Volver no es estrictamente un drama, no es estrictamente una comedia, es la vida tal cual es, risiblemente siniestra, dolorosamente cómica. En todas sus películas, Almodóvar camina sobre la cuerda floja entre el ridículo y lo sublime, en esta lo hace con ingenio, dibujando hermosamente escenas de intensa profundidad emocional. El tango Volver, es cantado por bulería por Estrella Morente, y Penélope se adueña de su voz doblándola con maestría.
Yo, le regalo mi corazón a Almodóvar, por hacerme estremecer con cada película, por mostrarme mundos tan distintos al mío y al mismo tiempo idénticos, por usar el color rojo en sus películas como si fuera otro personaje, por encontrar siempre un espacio para una reunión de amigos donde alguien canta, por haber bautizado su productora con uno de mis conceptos favoritos “El Deseo”, por haber incorporado a mi espacio amoroso a gente como “La Agrado” y Manuela, Benigno y Marco, Leo y Amanda Gris y ahora, Raimunda, su hija, su madre fantasma (exquisitamente interpretada por Carmen Maura), la tía (Chus Lampreave, reina entre todas) Sole y Agustina
Mientras Penélope Cruz, cuya belleza se ve intensificada con años y kilos, corta pimentones, sirve comida para una compañía de cinematografía y se embriaga con el aroma de la hierbabuena, guarda un secreto. Uno que se repite, que persigue a las mujeres de su familia, que las condena y las exorciza. Las historias son circulares, los afectos van y vienen, los dolores cicatrizan y se abren con el tiempo para volver a cicatrizar, los muertos reviven y sanan, los vivos están muertos, nada se cuestiona. En La Mancha (como en México, Colombia o Bolivia) la muerte es la vida y viceversa.
Pedro Almodóvar, ese genio del tabú que conoce el universo femenino mejor que nosotras mismas, muestra con ternura y sin concesiones como viven, entre otras cosas, el cáncer, la pérdida, el incesto, la traición, el asesinato, la dignidad, la mentira, la locura y las apariciones fantasmales, unas mujeres que están unidas por un lazo invisible de amor y solidaridad.
Es obvio el entrenamiento de Cruz en los fogones, tuvo que tenerlo para “Woman on top” de la venezolana Fina Torres. Toma el cuchillo como una experta. Hay bastante contenido gastronómico en la película, una cocinera que improvisa una cena para un gentío con lo poco que tiene, mojitos hechos por una prostituta dominicana entrada en carnes, rosquillas y mantecadas manchegas, “tupers” llenos de comida hecha con el amor del más allá y un congelador con un contenido macabro.
Volver no es estrictamente un drama, no es estrictamente una comedia, es la vida tal cual es, risiblemente siniestra, dolorosamente cómica. En todas sus películas, Almodóvar camina sobre la cuerda floja entre el ridículo y lo sublime, en esta lo hace con ingenio, dibujando hermosamente escenas de intensa profundidad emocional. El tango Volver, es cantado por bulería por Estrella Morente, y Penélope se adueña de su voz doblándola con maestría.
Yo, le regalo mi corazón a Almodóvar, por hacerme estremecer con cada película, por mostrarme mundos tan distintos al mío y al mismo tiempo idénticos, por usar el color rojo en sus películas como si fuera otro personaje, por encontrar siempre un espacio para una reunión de amigos donde alguien canta, por haber bautizado su productora con uno de mis conceptos favoritos “El Deseo”, por haber incorporado a mi espacio amoroso a gente como “La Agrado” y Manuela, Benigno y Marco, Leo y Amanda Gris y ahora, Raimunda, su hija, su madre fantasma (exquisitamente interpretada por Carmen Maura), la tía (Chus Lampreave, reina entre todas) Sole y Agustina
Dense un gusto
2 probaron y opinaron:
Hola Karina
me encanta lo que escribes sobre Volver, a mi me inspiró un poema que te parecerá que no tiene nada que ver, es más bien el deseo de que mis muertos vuelvan, de una segunda oportunidad.
te invito a que lo veas en el blog
se llama
Hay muertes...
yo también le regalo mi corazón a Almodovar y en Volver a todas esas maravillosas mujeres
Besos desde Margarita
Gata...
Muchísimas gracias...
Ya leo tu poema
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