Comer o querer

Fui vegetariana durante varios años, me interesaba mucho la “buena alimentación” la “comida sana” y todo lo que tuviera que ver con alimentos alternativos. Pasé años investigando, años alejada de las carnes, los refrescos, la comida chatarra y las frituras. Hasta que, por obra y gracia de la vocación, comencé a estudiar cocina profesional. Poco a poco me convertí en lo que me gusta llamar “Omnívora conciente”, es decir, como todo lo que me parezca que valga la pena. Vegetal, animal o mineral. Me di cuenta de que aquella máxima bíblica “No es lo que entra por la boca del hombre lo que lo ensucia, sino lo que sale de ella” era mucho más cierta de lo que pensaba.

Hoy me encuentro una cita del Dr. Deepak Chopra que hace Marianne Williamson en su magnífico libro “Volver al amor” que me parece interesantísima y la clave de a verdadera salud:

Un estudio sobre enfermedades cardíacas llevado a cabo e la década de los setenta en la Universidad de Ohio se realizó alimentando conejos con dietas muy tóxicas y altas en colesterol, a fin de bloquearles las arterias y repetir, de esa forma, los efectos que tiene una dieta así sobre las arterias humanas. Se empezaron a observar resultados coherentes en todos los grupos de conejos salvo en uno, que extrañamente mostraba un sesenta por ciento menos de síntomas. Nada en la fisiología de los conejos pudo explicar su elevada tolerancia a la dieta, hasta que por casualidad se descubrió que al estudiante encargado de alimentar a este grupo de conejos le gustaba acariciarlos y mimarlos durante unos minutos antes de darles la comida; sorprendentemente, esto parecía bastar para que los animales se vieran mucho menos afectados por la dieta tóxica. En nuevos experimentos, en los que a un grupo de conejos se le trató de forma neutral mientras que a los otros se les demostraba cariño, se obtuvieron resultados similares. Repitamos que el mecanismo que causa esa inmunidad es totalmente desconocido; asombrosamente parece que la evolución ha incluido en la mente del conejo una respuesta inmunitaria que necesita ser desencadenada por la ternura humana”.

¿Es, en última instancia, el amor el verdadero alimento?

¿Son inútiles los esfuerzos, las privaciones, las abstinencias y los regimenes si no se experimenta y se expresa el amor?
¿De que tipo de amor se habla cuando nos referimos al amor sanador, al que nos alimenta y cura?

La comida y el amor son mis temas favoritos, a través del libro de Williamson, he encontrado conceptos totalmente nuevos con respecto al amor, la salud, la vocación, la voluntad y los proyectos. Conceptos que son claramente contradictorios con la noción hollywoodense o la judeo-cristiana en la cual el amor conlleva sacrificio, sufrimiento, celos, inseguridad y miedo al abandono.

Me falta mucho para asimilar estos conceptos, requieren coraje y desprendimiento. Lo que si tengo clarísimo es que cocinar con, por y para el amor es mucho más rico, más satisfactorio y, generalmente, sabe mejor.




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