Con las manos en la masa


Estudiar gatronomía se ha convertido para muchos en la cristalización de la vocación artística. Cuando yo estudié cocina descubrí que podía ser feliz cortando cebollas, investigando los orígenes del rissotto y montando claras; fué una revelación, pues siempre estuve segura de que mi vocación más fuerte estaba ligada a la academia, a los estudios clásicos donde se pasan cinco años presentando exámenes y uno se gradúa de toga y birrete.

Mucha gente, agotada de los oficios tradicionales, incursiona en la gastronomía, y una de las formas más bellas de hacerlo es a traves de las masas. La panadería, humilde y silencioso oficio, está llamando cada vez más a la gente sensible y de buen gusto. El sábado 3 de mayo tuve la fortuna de ser jurado de la presentación final de un grupo que se hacía acreedor del título de Maestro Panadero en el Grupo Académico Panadero Pastelero; y hablar de ellos con objetividad para mí es imposible, vi nacer este proyecto, optimista y honesto, de la mano de mi ex alumno y amigo Joel Eliaz y mi profesor de panadería Carlos Arias.

Ronald Arias (hijo de Carlos) se estaba estrenando como instructor de panadería, este fué su primer grupo y los resultados fueron extraordinarios. El nivel de los productos que se presentaron fué altísimo, las sorpresas que nos llevamos fueron muchas y muy gratas. Un razgo unificó toda la presentación: los sabores de la infancia, los referentes familiares, las nostalgias, los platos hechos por las manos de las abuelas, los sabores de las tierras de los orígenes, unido al conocimiento de la técnica profesional en panadería dió como frutos panes originalísimos, hermosos, deliciosos y sorprendentes.

El jurado (goloso y con la boca hecha agua) con Joel Eliaz


Juli presentando sus brioches de camarones y huacatay y su pan atávico (Juli es peruana y usó hierbas de su país)






















Arlinda nos contó como diseñó su "Pan de Pelao" inspirándose en el Pelao Guayanés que cocinaba su abuela

Janisset y su Pantola rellena de cebolla morada
























El profesor Ronald orgulloso

Raquel Elíaz y sus dorados Muffins de Auyama con melao de papelón


Diego y su Pan Mío


Marina y su Pan Especiado de Cointreau


Fabi y su Pan Spléndido (alto en fibra y endulzado con Splenda)

Francisco y su Pan de Oreo y Toddy (les dije que la cosa había sido nostálgica)

El histórico y fabuloso Panettone de Tocineta del valiente Eduardo

Y como postre, Milhojas de chococlate y naranja (la masa fue delicadamente confeccionada con mantequilla y manteca de cacao) y un arroz cremoso en costra

Quiero agradecer la gentileza de mi amiga Arlenis Oliveros, no sólo por cederme sus bellas fotos, sino porque fue una maravillosa co jurado.

La panadería del país está cambiando, pronto el arte panadero estará en las manos de estos y otros entusiastas que se esfuerzan, estudian, experimentan y crean.

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