La salsa es la vida

La salsa es la vida. Al menos, es mi vida. Ningún género musical (ni siquiera el bolero y su desgarro, ni siquiera Mozart con lo tanto que me conmueve, ni siquiera Freddy Mercury con su voz de terciopelo) ha logrado expresar lo que yo siento de una manera tan real como la salsa. Es decir, la buena salsa. Y de la buena salsa, la de la Fania. La de la Fania y las de crema de leche, las de mariscos y el mole.

La Fania, ese surtido de gente bella, de talentos inconmensurables, de creatividad alucinada, nos alegró la vida durante los años setenta y principios de los ochenta a todos los que llevábamos en el corazón la clave en vez de sístoles y diástoles.

Mi papá y mi mamá, “altos salseros”, me arrullaron con “El Yerberito Moderno”, me enseñaron valores con “Plantación Adentro”, me hablaron del amor con “Toma mis Manos” y estimularon mis inclinaciones musicales comprando todos los “LPs” de la Fania que salían al mercado. Habían excepciones: mi papá adoraba a Ismael Rivera, mi mamá lo detestaba “por malandro”, yo aprendí que hasta los tipos peligrosos podían ser capaces de profundos gestos de ternura.

Y la salsa que se come y la que se baila tienen varias cosas en común. La primera nació con dos fines: por un lado, cuando no se podían conservar las carnes, la salsa servía para engañar a la boca, disimular los sabores de carne putrefacta con profusión de especias, sal, alcohol y azúcar. Por el otro, cuando la carne estaba en buen estado, resaltar sus sabores. Así la salsa que se baila puede, disfrazar de alegría el pesar o acentuar la felicidad genuina.

De regalo de pre-navidad quiero postear estos videos, los que me gustan, los que me conmueven más, los que tienen más que ver conmigo, los que amo profundamente.

El genio Héctor Lavoe expresando su inquietud mística en "El Todopoderoso"







El coro Entrevoces interpretando el éxito hermosísimo de Soledad Bravo (letra de Chico Buarque y orquestación de Willie Colón)
Déjala bailar




Rubén Blades y su canción Ojos de Perro Azul, inspirada en el cuento onírico de Gabriel García Márquez



La deliciosa lentitud de El Ratón, con la Fania en pleno, Cheo feliciano solista y un coro de lujo

2 probaron y opinaron:

Sumito dijo...

Karina:

En una noche de sonidos de mar fuertes que más que arropar asustan, me mataste con estos videos. Tocas en tu post lo que no sólo es mi pasión sino seguramente la de muchos de mi generación que no entienden que pasó para que la salsa perdiera el camino.

Casualmente estaba oyendo el Hommy de Harlow y hacía nada estuve escribiendo con la Omara Portuondo que rompía con las olas del fondo.

Agradezco con el alma estos videos.

Sumito

Karina Pugh Briceño dijo...

Sumito, gracias por tus bellas palabras.

Yo también me pregunto qué pasó para que un ruido insoportable con lamentos lastimosos y letras insípidas sustituyeran la maravilla de la salsa cabilla. Tal vez fué que en aquél tiempo hubo una coincidencia de genios y del palpitar de la calle que necesitaba voces como esas para que la reivindicaran. Quizás la calle es ahora muy peligrosa y necesita de ruidos como el rap o el reagetton para expresarse.

Lo bueno es que existieron e hicieron lo que les dió la gana y nos regalaron estas joyas.

Feliz navidad marina!