La poesía que cuece los garbanzos


Le tengo un amor devocional a Gabriel García Márquez. Muchos lo critican por su amistad con Fidel Castro, yo no, al fin y al cabo uno es amigo de quien quiere y porque lo quiere y el amor es un misterio. Me parece que su talento, su obra y todo el bien que nos ha hecho a los latinoamericanos con su literatura está fuera de cualquier cuestionamiento. 

Su libro más gastronómico son los Doce Cuentos Peregrinos, y el cuento más gastronómico de todos, un portento de delicias azucaradas, es El Verano Feliz de la Señora Forbes. Su discurso de aceptación del Premio Nobel es una radiografía de América Latina, con su belleza y su desgracia y con un guiño culinario casi al final que cada vez que lo leo me conmueve. Aquí está La Soledad de América Latina.

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