Para Héctor en Alexandria,
porque siempre que habla conmigo
habla del pescado frito con cazabe.
Esta mañana, amanecí como con una baja de fósforo, así que Reinaldo y yo bajamos a La Guaira en Tour Gastronómico.
Primero, tempranito, llegamos al “Mosquero”, mal avenido nombre del célebre comedero underground, donde se consiguen maravillas como tripa de perla estofada, pescado frito, camarones rebozados y, mi predilecta: Fosforera.
Luego de desayunar con el tibio caldo con sabor a mar y un “gatorade oriental” (papelón con limón), nos fuimos a Playa Mansa, a mojarnos los pies, sentarnos en sendas sillitas de extensión y disertar sobre la inmortalidad del cangrejo (a propósito de ver unos cuanto caminando de ladito en la arena).
Cerca de las once, Reinaldo confiesa (no sin cierto pudor) que tiene hambre de nuevo, yo encantada de que sea él y no yo la que pase por glotona, digo que si, que claro, que “vamonós” al Rey del Pescado Frito.
Parguito frito, tostones y ensalada. Felicidad crujiente, exaltación del alma hecha piel tostada, poesía culinaria, sapiencia ancestral en mi plato. Me gusta tanto y tanto, que es el único plato al que le meto los dedos sin sentirme incómoda.
El pescado, jugosos por dentro y crujiente por fuera, me hace pensar en todo el ensayo y error que debió preceder al descubrimiento de la forma perfecta de freírlo. Mastico la cola, las espinitas, todo lo que se deje quebrar por mis dientes que son felices al sentir cuanto sabor esconden estos apéndices cartilaginosos que al freírse se convierten en la mejor versión de un chicharrón.
Al final, felicidad químicamente pura.
2 probaron y opinaron:
que delicia la descripciñon de esa paseadita!, tengo tiempo que no me lanzo estas escpadas y esta semana seguire tu tour.
saludos amiga
Ufff Karina! esa foto del pescado frito me dio burda de hambre jajaja se ve delicioso!
un abrazo
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