Clara y Consuelo
Llevo una semana pensando en el asunto. Cómo hablar de este tema que me resulta tan doloroso, que me genera tanto estupor, indignación y arrechera.

No me alegró en absoluto que Clara y Consuelo fueran "liberadas", al contrario, me indignó que para ejercer el legítimo derecho de abrazar a sus hijos, tuvieran que pasar años en manos de unos enfermos. Me indignó, terriblemente, la historia trágica del bebé que nació en la selva, y que por no tener atención médica mínima, sufrió una fractura en su bracito al nacer. Me indignó hasta lo indecible que lo separaran de su madre durante años, luego de sufrir maltratos, hambre y enfermedades. Que creciera lejos de ella, que en los años claves del desarrollo de la personalidad, de la identidad, estuviera sumergido en la ambiguedad, en las verdades a medias, en la ignorancia. Me indignó que la misión de "rescate" adoptara el nombre del niño que ya no estaba allí. Me indignó que su adolorida madre tuviera que viajar a Caracas a dar declaraciones cuando lo que seguramente quería, era volar de inmediato a abrazar a su hijo.
"Liberarlas" puso en evidencia que las tenían secuestradas. "Liberarlas" evidencia que hay otros que no corrieron con la ¿suerte? que tuvieron estas damas. "Liberarlas" no refleja ninguna buena voluntad. A mi ésto no me parece un gesto humanitario, al contrario, lo que veo es un halo de cinismo, demostración de poder y sadismo de parte de los secuestradores.
Menos me gustó el show, helicóptero-uniformitorojodetodoelmundo-alfombra-roja-himno-nacional-abrazosyamapuches-apretonesdemanosconlossecuestradores- que protagonizaron los "encargados" de "rescatarlas". Y, la sugerencia que escuché por ahí de dejar de catalogar a estos hampones como "terroristas" lo que me produce es alarma, sorpresa. No puedo creer que, aún hoy, exista gente que no sepa distinguir a un terrorista de un idealista.
Pasé una semana tratando de darle una forma coherente a mi indignación, a mi tristeza, al miedo, hasta que hoy, leyendo a Claudio Nazoa, me dí cuenta de que él, mejor que nadie, expresó lo que yo siento.
Un paladar inteligente se nutre de las experiencias gastronómicas y las emotivas, de los libros y los placeres, de los amigos y de los extraños, de la vida. No es indiferente, por el contrario, para que un paladar sea inteligente, requiere de sensibilidad, empatía, criterio propio y respeto por esas cosas como la vida, la dignidad y la trascendencia.
Como mi mayor esfuerzo lo he puesto en aspirar a tener un paladar inteligente, como todo lo que cocino, lo que leo, lo que siento, lo que pienso y lo que soy va dirigido a lograr esta meta, por eso y sólo por eso, me permito publicar, en mi blog gastronómico, esta catarsis.
Lo único que puedo sacar en limpio de todo ésto, es la necesidad, la imperiosa necesidad, de redimirnos, todos.
Redemption Song
Bob Marley


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