Los sueños


-Presta atención a tus sueños, ahí hay claves-

-Si, Mirem, lo haré-

- Muy bien, nos vemos la próxima semana-

Se sentía a salvo desde que empezó su proceso terapéutico con Mirem, quien tenía oídos agudos y desprejuiciados. Su migraña constante, sus cambios bruscos de humor, su llanto fácil y un vacío existencial que cada vez se le hacía más oscuro, fueron las razones por la cual empezó a asistir semanalmente a terapia. Tenía como objetivo primordial darle un sentido a su carrera que estaba estancada y aburrida desde hacía mucho tiempo.

Esa noche soñó con un tren lento y de madera que recorría Catalunya y que la dejaba a orillas de un pozo. Un hombre sacaba la mano del agua y le daba un helado de pistacho.
La noche siguiente soñó que su amiga estaba embarazada y su vientre era azul y translúcido, el bebé se movía y ella podía verlo. Su amiga comía un enorme trozo de strudel de manzana.

Al otro día soñó con su papá, un goloso empedernido, quien metía los dedos en un frasco de miel y con ella escribía sobre un papel. Al día siguiente amaneció con la boca hecha agua porque se veía a sí misma batiendo una pasta acaramelada de nueces, almendras, avellanas y cáscaras de naranja. Pasó dos días sin recordar sus sueños hasta que, la noche previa a su visita semanal a su terapeuta, soñó que entre ella y su hermano se comían la casa de la bruja de Hansel y Gretel mientras oían Llorarás y una flor de alcachofa nacía de su pecho.

Al llegar a la consulta, se sentó con una expresión triunfante y dijo:

- Ya sé de que se trata, descubrí lo que mis sueños me están diciendo: Debo tomar ese curso de pastelería al que le tengo tantas ganas, o me arrepentiré con lágrimas amargas…-


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